Para medir la esencia de la excelencia de una empresa que ha sido constante durante 92 años, considere cómo las filosofías de esos tiempos y las actuales son sorprendentemente similares.
De Phil Young, que fundó Acushnet Process Co. en 1910 y estableció su división de Golf en 1932, se dijo una vez de su perspicacia para la ingeniería: “Si no funciona, lo desmonta para averiguar por qué, y si funciona, lo desarma para averiguar qué lo hace funcionar”.
En el caso de la pelota de golf Titleist Pro V1, que revolucionó la industria de las pelotas de golf y que celebra su 25 aniversario, la brillantez se debe a una búsqueda igualmente implacable que puede identificarse con un mantra que se adopta en el departamento de Investigación y Desarrollo (I+D) de la compañía. “Puede que tengamos algo bueno, pero ¿cómo podemos mejorarlo?”, afirma Courtney Engle, Responsable de Ingeniería Mecánica de Titleist.
Ingenieros nacidos en siglos diferentes, Young y Engle personifican lo que Theodore Von Karman, ingeniero aeroespacial húngaro-estadounidense, dijo una vez: “Los científicos estudian el mundo tal como es; los ingenieros crean el mundo que nunca ha sido”.
La historia de la icónica Pro V1 es un brillante ejemplo.
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Podría decirse que lo más interesante que hay que saber sobre el próximo lanzamiento de las pelotas Pro V1 y Pro V1x 2025 es lo siguiente: Los ingenieros del departamento de I+D de Titleist han estado trabajando febrilmente durante más de dos años en la construcción de estas pelotas de golf, probándolas, afinándolas, volverlas a probar, ajustándolas, analizándolas y probarlas una vez más.
“Es lo único en lo que pensamos. Es una alineación perfecta con Titleist, porque es con lo que hemos nacido”, afirma Mike Madson, Vicepresidente de Investigación y Desarrollo de Pelotas de Golf.
Será la 14ta presentación de la Pro V1, que debutó en el PGA TOUR en octubre de 2000 y se puso a disposición del público a finales de diciembre, cuatro meses antes de lo previsto debido a la demanda de los golfistas. En marzo de 2001 se convirtió en la pelota más vendida del mercado, posición que ha mantenido todos los meses desde entonces. Mientras que la Pro V1x se presentó en 2003.
¿Una maravilla de la ingeniería? No hay duda, pero la razón por la que hay tanta expectativa por la pelota de 2025 es porque Titleist, reconocida como una empresa de procesos, ha cumplido sistemáticamente en cada una de las presentaciones de los nuevos modelos. Los jugadores del Tour lo saben, los aficionados de élite lo saben y los golfistas recreativos lo saben.
Esa confianza es el subproducto de un proceso diligente que se repite una y otra vez. La premisa es real, nada sale de la puerta y llega a las manos de los jugadores hasta que las mejoras en el rendimiento, la calidad y la consistencia han sido validadas.
Titleist diseña, construye e inspecciona robóticamente las cavidades en las que la mezcla patentada de uretano se convierte en una cubierta con hoyuelos. Titleist construye y es propietaria de los robots y monitores de lanzamiento que ayudan a los ingenieros a pasar de una lista de quizás mil prototipos a las cuatro o cinco pelotas que finalmente llegan a las manos de los golfistas de élite para su confirmación final.
El hecho de que todo este proceso -desde la creación hasta las pruebas y la construcción- se desarrolle en seis edificios de la empresa situados en un radio de unos 18 kilómetros es una parte de la historia de la Pro V1 que nunca se subrayará lo suficiente. Ningún componente de la pelota se envía al otro lado del mundo, todo en la pelota se investiga dentro del marco de un estándar de la compañía en su 10ma década. Cada pelota de golf Titleist es fabricada según las especificaciones de Titleist, por asociados de Titleist, en instalaciones propiedad y operadas por Titleist.
“ProductO, procesO, PERSONAS”
es la visión empresarial de Titleist que guía de principio a fin y se reajusta cuando se realizan cambios. Dichos cambios son a menudo en respuesta a los comentarios de los profesionales de élite del PGA TOUR que ofrecen su opinión a Fordie Pitts III.
Tras empezar con Titleist como un fitter de palos hace más de 30 años, Pitts y su equipo de cuatro personas son ahora la conexión entre el fabricante de pelotas y los jugadores en lo que conocemos como la cúspide de la pirámide de influencia.
Presente en casi tres docenas de eventos del PGA TOUR al año, Pitts es un artesano cuyos agudos ojos detectan datos que utiliza con una larga lista de jugadores de élite para asegurarse de que jugan la pelota de golf adecuada, ya sea la Pro V1, Pro V1x, Pro V1x Left Dash, Pro V1 Left Dot, o un par de opciones de rendimiento personalizadas para aquellos golfistas con las condiciones de lanzamiento más extremas. Pitts es igual de atento, porque lleva estas sugerencias a la gente del departamento de I+D, que trata la retroalimentación como un rico nutriente.
Jeremy Stone, Vicepresidente Senior de Marketing de Pelotas de Golf y Ventas en EE.UU. de Titleist, DICE: “Nuestro equipo sabe que hay formas de mejorarlo”.
Nuevas innovaciones, núcleos de alto gradiente, cubiertas más blandas, aerodinámica mejorada. Son el resultado de una búsqueda incesante para ofrecer lo que piden los jugadores y ser mejores. Pitts obtiene mucha de esta información en las sesiones de fitting de pelotas y palos en las instalaciones de prácticas del PGA TOUR y mientras recorre las rondas de entrenamiento con los jugadores del circuito.
Pero en esta era de la tecnología, ¿no puede hacer su trabajo a distancia, hablando en línea con los jugadores, recopilando datos a través de sesiones de Zoom, digiriendo la información que los jugadores le envían en textos o correos electrónicos o vídeos? Así no se maneja Pitts, que hace su magia como si volviera a participar en la “Marcha de los 100 hombres”.
¿La Marcha de los 100 Hombres? ¿Qué es eso? Me alegro de que lo pregunte.
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Hay una fascinante confluencia de caminos de ingeniería pasados, presentes y futuros cuando se abarca la investigación y el desarrollo de la Pro V1. Pero siendo la naturaleza humana lo que es, la gente a menudo quiere ir al grano. La rotunda llegada de esta revolucionaria pelota de golf aún resuena, como lo demuestra la muy comentada historia que rodeó las fechas del PGA TOUR del 11 al 15 de octubre de 2000.
En ese Invensys Classic de cinco rondas en Las Vegas, fue la Pro V1 la que saltó a los titulares, ya que Billy Andrade, uno de los 47 jugadores del field que cambió esa semana a la primera pelota de golf de alto rendimiento, multicomponente y construcción sólida de Titleist, quien terminó registrando vueltas de 67-67-63-67-68 para ganar por un golpe. Un hito que marcó el mayor cambio pluralista de equipamiento en un evento en la historia del golf.
De las pruebas con las pelotas de la caja blanca a una victoria histórica en el PGA TOUR.
Para comprender la importancia de esa victoria, hay que poner en contexto los aspectos secundarios de la situación de Andrade en ese entonces. A sus 36 años, estaba sumido en una mala racha, habiendo fallado el corte en 18 de sus 28 torneos y, por primera vez desde 1988, el nativo de Rhode Island estaba anotado para jugar el torneo clasificatorio del PGA TOUR.
Las rondas de práctica con esta nueva pelota hicieron que Andrade pensara en una dirección positiva. “La voy a usar en un 100 por ciento esta semana. Así de buena es”, anticipó entusiasmado después de una ronda de práctica.
Con la victoria, Andrade no sólo salvaba la temporada, sino que también iniciaba una segunda fase en su carrera.
Asimismo, puso en marcha una reacción arrolladora hacia la Pro V1. Ahora, además de poseer el “recuento de jugadores” de pelotas de ese entonces denominadas “wound”, Titleist dominaba también el recuento de pelotas de construcción sólida. Gracias a su núcleo sólido, su construcción multicapa y su cubierta de uretano fundido, la Pro V1 ofrecía lo que los jugadores siempre habían pedido, pero presumían que era imposible.
“Una pelota de golf que te diera distancia y sensación”, decía Andrade.
Lo que siguió fue nada menos que un fenómeno. Los jugadores que utilizaban la Pro V1 no sólo ganaban torneos en todos los circuitos mundiales, sino que establecían récords. A principios de 2001, Brad Faxon (Sony Open), Mark Calcavecchia (Phoenix Open), Davis Love III (AT&T Pebble Beach National Pro-Am) y el ganador del Bob Hope Chrysler Classic establecieron récords de score en los campeonatos. Cada uno de ellos haciéndolo con una pelota de golf Pro V1.
Los ocho primeros jugadores de la lista de ganancias del West Coast Swing en 2001 jugaron todos con una Pro V1. Fue una confirmación rotunda para esta pelota revolucionaria y ese impulso ha continuado hasta el día de hoy. Cuarenta y siete Majors (campeonatos mayores) desde 2001 han sido ganados por jugadores que confiaron en una pelota de golf Pro V1, y desde la victoria de Andrade en Las Vegas,
y el número de victorias en todos los circuitos profesionales del mundo supera las 4.000.
Lo que nunca debe subestimarse es el papel de lo que se mencionó anteriormente sobre la “Marcha de los 100 hombres”, que ayudó a abrir las puertas de aquel memorable Invensys Classic de Las Vegas.
En el verano de 2000, los responsables de Titleist sabían que tenían algo especial con la Pro V1, pero era vital que los mejores del mundo validaran todos los datos y pruebas en condiciones de juego de nivel del tour. El entonces CEO Wally Uihlein junto con Bill Morgan, entonces Vicepresidente del Departamento de Investigación y Desarrollo de Pelotas de Golf Titleist, y Mac Fritz, entonces Vicepresidente de Promoción de Jugadores, se unieron a Mary Lou Bohn, ahora Presidenta de Pelotas de Golf Titleist, y Pitts para ir cara a cara con los jugadores.
Día tras día, semana tras semana, estos líderes de Titleist recorrieron los fairways durante las rondas de prácticas con casi 100 jugadores del PGA TOUR (y del LPGA Tour). Su petición era simple: que peguen esta nueva Pro V1, que la comparen con su pelota actual y que digan qué piensan.
La respuesta fue abrumadora. Como Andrade, muchos cambiaron tan pronto como pudieron. Al igual que Andrade, encontraron cosas muy positivas.
Una historia de éxito que tiene pocos rivales en la industria, pero que nos hace reflexionar sobre esto: probablemente es bueno que Phil Young fallara un putt hace más de 90 años, ¿no?
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Miembro de la promoción de 1909 del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), Phil Young tenía “una curiosidad innata y mucho empuje”, escribió una vez su hijo, Dick Young. Una de las citas clásicas de Phil Young sobre lo que inspiraba a ingenieros como él era la siguiente: “siempre hay una razón para todo”.
Así que, claramente, no era un hombre dispuesto a sentarse y ver cómo un putt muy corto se desviaba rápidamente de la línea y fallaba el hoyo en el 18 en un partido en el Country Club de New Bedford en 1930. Young pidió a su compañero de juego, el Dr. Bonner, que le abriera su consultorio para poder radiografiar esa pelota y un par de docenas más.
Efectivamente, su pelota, y varias de las otras, tenían el núcleo muy descentrado. La suya no era redonda ni simétrica. “No me extraña que vaya de un lado para el otro”, le dijo Young al Dr. Bonner, añadiendo que, si pudiera fabricar una pelota redonda con un núcleo estable, “podría vender unas cuantas”.
Tenía mucha fe en los amigos y compañeros de trabajo que le ayudaron a construir la Acushnet Process Company, donde hacían un desresinado del látex y suministraban caucho a las industrias estadounidenses. Pero para cumplir su misión de construir una pelota de golf mejor, Young dividió su empresa en dos divisiones: Caucho y Golf. Y sabía que también tenía que inventar equipos para la división de Golf que pusieran a prueba las pelotas que iban a construir.
Lo que Phil Young inventó en 1935 -una máquina para golpear pelotas de golf que pudiera transportarse por todo el país- ha seguido siendo fundamental para las generaciones de ingenieros e innovadores del departamento de Investigación y Desarrollo de Pelotas de Golf.
Hay que tener en cuenta que la primera patente de Acushnet, de 1936, no es para la construcción de una pelota de golf, sino para una máquina de doble péndulo que probaba el rendimiento de las pelotas de golf. Se enganchó a la parte trasera de un coche y se llevó a campos de golf de todo el país, lo que ayudó a cimentar la reputación de Titleist como líder del sector en la construcción de pelotas de golf. Las pelotas de golf Titleist se probaron frente a la competencia y demostraron ser fiables y consistentes de pelota a pelota, de tubo a tubo y de docena a docena.
Considere además que “la gente olvida que Titleist fue la primera en desarrollar monitores de lanzamiento, portátiles, que podíamos llevar al campo y probar a los golfistas al aire libre”, dice Pitts, que comprensiblemente se reirá mientras le cuenta esta historia.
Y es que el monitor de lanzamiento “portátil” no era muy portátil. Pesaba unos 90 kilos y tenía que viajar abajo, en la zona de equipajes del avión.
“Era muy grande. Le pusimos una funda. Tenía luces estroboscópicas, cámaras y un montón de cables”, se ríe. “Pero era una máquina increíble y realmente me ayudó a entender y aprender la dinámica de la pelota y el palo”.
Considera también cómo Titleist ha invertido significativamente en unas instalaciones de pruebas llamadas Manchester Lane en Acushnet, Massachusetts, a 15 minutos en coche de la sede de la empresa en Fairhaven. “Somos propietarios de los robots de pruebas y construimos nuestros propios monitores de lanzamiento”, explica Rich Daprato, Director de Pruebas, Ingeniería y Análisis, que dirige lo que ahora se llama Titleist Performance Center.
“FABRICAMOS LAS HERRAMIENTAS EN NUESTRA CAJA DE HERRAMIENTAS".
Y otro punto para destacar, que reconfirma y fundamenta a Titleist como líder de la industria, fue cuando TrackMan necesitó una pelota de golf que los golfistas pudieran utilizar en interiores para medir sus números, incluido el efecto, acudieron a Titleist para resolver el enigma. Daprato dijo que los ingenieros de Titleist descubrieron cómo construir una pelota diseñada con la tecnología patentada de captura de radar (“Radar Capture”) que pudiera proporcionar datos completos sobre el estado del lanzamiento mientras se golpea la pelota en interiores.
La esencia de todo esto es el compromiso continuo con la excelencia. Los ingenieros de Titleist construyen pelotas de golf pensadas para satisfacer las peticiones de los jugadores de élite y de golfistas de todo el mundo.
No tienen que pedirle al médico que abra su consultorio.
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El gran reto y desafío para Young y el de todos los ingenieros de Titleist desde entonces es el siguiente: “No sólo se nos pide que construyamos una pelota de golf; el reto es fabricar millones de ellas”, dice Doug Jones, que se unió al departamento de I+D de Titleist a finales de los 90, cuando se estaba construyendo la Pro V1 original.
Para conseguir la pelota perfecta, “fabricamos unos cien prototipos al año”, dice Jones. Ninguno de ellos llega al driving range para los probadores humanos -los jugadores de élite del PGA TOUR- hasta que no cumplen las estrictas normas establecidas por los robots de Titleist. Y no es tarea fácil.
"El hecho es que tenemos que hacerlo y romperlo".
El proceso sería minucioso y abrumador para una persona normal; sin embargo, resulta apasionante y excitante para los ingenieros de I+D de Pelotas de Golf, aunque hay que admitir que el reto consiste en no apegarse demasiado emocionalmente a un prototipo concreto.
“Me han roto el corazón varias veces”, reconoce Madson. “Tenemos que fabricarlas y luego probarlas. Buscamos la consistencia en cada elemento de la construcción de la pelota, desde la aerodinámica hasta el núcleo. Siempre queremos que la pelota vuele en la misma ventana independientemente de cómo esté orientada y queremos que la pelota produzca un lanzamiento, un efecto y una velocidad consistentes en cada golpe”.
Con el paso del tiempo, los ingenieros de Titleist han desarrollado un verdadero sentido de lo que quieren los jugadores de todos los niveles, y los jugadores han llegado a desarrollar una confianza enfática en el producto, incluso si a veces no son necesariamente llamados a los laboratorios.
Los jugadores no pidieron a los ingenieros que idearan una tecnología sin fisuras. Pero lo consiguieron. No piden hoyuelos menos profundos o patrones de hoyuelos variados, pero ¿adivinen qué? Madson, Jones y Engle forman parte de los más de 75 asociados que componen el departamento de I+D de Pelotas de Golf Titleist, y se ocupan de esa parte del rompecabezas de la ingeniería. La aerodinámica de las Pro V1 y Pro V1x -y de cualquier otro componente de la pelota de golf- consume a estos ingenieros que se autodenominan con orgullo “nerds”. De hecho, Madson se refiere a Engle, que se unió a Titleist en 2020, como una “súper nerd” que lleva como una insignia de honor.
“No repetimos un patrón (de hoyuelos)”, dijo, destacando la importancia de combinar la aerodinámica adecuada con la construcción correcta, y cuando la discusión se desplaza al ángulo de borde optimizado de una configuración de hoyuelos en una pelota de golf de 1,68” que pesa 1,62 onzas, su sonrisa no podría haber sido más amplia o brillante.
“Este trabajo me ha llamado”, dice.
Son puras conjeturas, pero Young, que una vez dijo que los ingenieros necesitan “imaginación para crear cosas que a nadie se le han ocurrido”, estaría legítimamente satisfecho con la dirección que su empresa ha tomado y sigue forjando con la Pro V1 y la Pro V1x.
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Durante generaciones, los escritores han adoptado la máxima de que la mecánica de cualquier historia tiene un principio, un nudo y un desenlace.
Pero al hablar de la saga de las Pro V1 hay un giro inesperado. Los ingenieros de Titleist no suscriben a la creación de finales; sólo tienen una inclinación por mejorar constantemente y traer una mejor Pro V1 a los golfistas de todo el mundo.
Ese compromiso se ha cumplido de nuevo de manera profunda. La pelota de golf Pro V1 2025 ha llegado, para deleite de los jugadores del PGA TOUR que lo pondrán en juego este otoño en Estados Unidos y para un amplio mundo de golfistas que lo tendrán en sus manos a principios del próximo año.
La historia continúa en todo su esplendor.
Escrito por Jim McCabe, que ha cubierto golf durante más de 35 años, desde los juniors a los amateurs, pasando por los profesionales. Trabajó 23 años en The Boston Globe, nueve en Golfweek y tres en el PGA TOUR. Nacido, criado y aún residente en el área de Boston, McCabe es un escritor independiente que produce un newsletter digital semanal de golf “Power Fades.”